De cuentos y princesas encantadas


Hay cuentos en los que las princesas no son tan bonitas, ni los caballeros tan apuestos, pero siempre encontraremos reinos que parezcan perfectos y nada tristes a los ojos de enamorados palaciegos. Siempre habrá un ogro maligno y perverso, bien grande y feo, violador del verso, enemigo de la belleza y la pureza de un amor entregado y con entereza a alguna meiga extraviada en los parajes de un bosque olvidado por el tiempo y las ideas.

Hay castillos que sólo se construyen en el aire, cayendo desde el cielo naipes con sus formas y figuras bien distintas, en la diversidad está la calidad y el gusto, para gustos los colores y de eso no hay nada escrito, y menos en la vasta tierra de la fantasía. Allá en lo inimaginable encontraremos una fuente inagotable de recursos para reinventar nuestras historias en las salas de aquellos castillos que antes habíamos podido ver en el aire y caer de manera estrepitosa, formando otros castillos en la tierra que son bien reales y parecen increíbles e inimaginables como los del aire y la leyenda.

Las leyendas tienen parte de mentira y parte de verdad escondida, es lo que las hacen atrayentes y misteriosas, el cúmulo de todas aquellas cosas que tras las máscara de la incertidumbre se esconde sin saber que pasó realmente, son finales, son vidas sugerentes, desafíos al destino que reconcomen nuestras mentes sumiéndolas en un castigo de ostracismo y opresión dignas de un buen guión producto de la consciencia colectiva.

Siempre en las leyendas está presente el amor, no hay amor sin pena, ni pena sin amor, no hay dolor sin sufrimiento, ni sufrimiento en la vida del señor; cada uno tiene su leyenda personal y debe, teniendo la obligación, de ir a buscarla, de ir construyendo en tus pisadas los cimientos de todos esos castillos para que no sean naipes que vuelen con el viento, evitar los malos ogros y las damas de alcohol que se van con la misma facilidad que la sangre que empapa una espada, deshacernos de los caballeros que no saben luchar por sus ideales, por las cosas que realmente quieren, en esta vida, todo es un inagotable sueño mezcla de realidad y la fantasía que hacen que las lenguas de fuego se unan en algo llamado amor que se sume en la locura de los días consumiendo las horas con impaciencia.

Porque la vida se hizo para vivir y yo quiero vivir toda la vida de cosas buenas.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me encantó =P Me sorprendió que escribieras... Tu apariencia engaña un poco. Me gusta las cosas que escribes, parecen muy "sentidas". Ah! soy Víctor.

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