La Lluvia cae sobre mí
Danza mi voz con la lluvia;
Charcos, ventanales y pequeños remolinos,
Orquesta de vibrantes y variados sonidos,
Que llenan esta habitación en silencio
Sin prestar oídos decididos.
Ha de ser el tiempo, que se está volviendo
Loco de tanto desatino sin acierto;
Deberá de ser que esta tormenta,
Que ametralla sin cesar la orquesta,
Nos persiga hasta el sueño
Que alcanzaremos en la noche,
El sueño que nos haga sucumbir
Hasta que no encontremos en el amor
Reproche.
Te haré el amor una y mil veces,
Por la mañana, por la tarde, por la noche;
Aquí en la calle, en la puerta de tu casa,
En el parque; con mi mirada, con mis palabras;
Todo respira amor con tu pensamiento,
Eres el puro sentimiento
Que me aqueja, la luz divina
De entre la niebla y la tiniebla,
La vela que guía mi mano
Ante la incertidumbre.
Amor, tus ojos de gris y azul
Me embrujan, y no conozco hechizo más fuerte
Que el que tienes sobre mí efectuado,
Ni sobre eso dudado,
Te tengo, me tienes,
Eres mi mujer y yo tu hombre
Entre nosotros dos no existe el espacio,
Somos uno solo ante el destino
Y la vida, ante los dioses y los hombres.
Cristales dormidos,
Que polvorientos suenan a derrota;
Mi boca, tu boca y mi lengua rota,
Son dos llamas inequívocas
Unidas por una misma dicha,
“amados sean los que aman como nosotros
Porque jamás serán vistos amantes más ostentosos”
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