Y a diario

Las tardes suelen ser grises 
tras la sobremesa;
tanto que no sabes ni qué hora es,
si la luz existe o si ni
tan siquiera está ahí afuera.

Y a diario mi alma se encuentra sola,
mirando tras la ventana;
en el silencio cuando los gorriones
cantan anticipando las gotas de agua. 

Una presión oprime mi pecho,
un grito ahogado en lo oscuro
de mis adentros;
y aquí, frente a las hojas en blanco
mi boca se llena de motivos 
y mis manos permanecen mudas
ante tantos estímulos vacíos.

Pareciese como mi cara se convirtiera
por momento en un claro manantial
de aguas claras;
en el que multitudes se bañan y dejan
todas sus lamentaciones en mi alma;
pareciese como si por momentos yo muriera
en esta monotonía lejos de todo aquello
que siempre fue y quise ser,
que no soy ahora, que quizás fuí
antes de estar así.

Y a diario mi alma se alienta
con ánimos de tiempos mejores;
"todo pasará, llegarán mejores tiempos"
"sigue así, ten paciencia"
Y la paciencia fue una virtud
adquirida por el sufrimiento;
y las tardes fueron camas de clavos
en las que dejé jirones de mi piel,
de mi mismo, de mi personalidad
mientras mi vida se fue haciendo añicos.

A veces el silencio es tan nítido
que duele escucharlo;
podrías haberlo llenado tú con tu voz
y romperlo cada vez que quisieses...
pero todo fue distinto
y a diario me pregunto
por qué a mí, por qué yo
y por qué todo esto.

Y a diario mi alma sólo
fue tinta frente a estas hojas indefensas
cansadas ya de tantas tardes grises
de silencio y melancolía. 
Cafés por la ventana
y gorriones profetas
que acompañan mi silencio
suspirando por dos tetas.

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