Capote (III)


Va y viene, no se detiene,
Es como una marea roja
Que sus alas detiene,
Esquivando en cada estocada,
Es la gracia y el duende,
Dueño de las tardes,
A ti siempre va y vuelve.

Todo lo que hagas este día,
Formará parte de tu leyenda,
Misterioso torero,
Dueño de mi hacienda;
Embriagas en cada gesto,
Mi corazón hasta helarlo
Como la piedra.

Danzas entres los olés
De las gargantas,
Y es que con eso sólo no basta,
Maestro indomable,
En ti la noche se hizo triunfo,
Y el toro tú máxima incipiente,
Eres como un jarro de agua fría,
Que bloquea mis sienes.

La plaza, la primavera, no sé
Si son las flores o tu presencia
La que me altera, tu traje,
Sueño de colores incesante,
No pares en esta tarde,
Que tu estás haciendo radiante,
El sol te acompaña, la música,
La gente vitorea tu nombre,
Saldrás por la puerta grande,
Recordado como el HOMBRE.

Valiente, dónde reside tú gallardía,
Todos tus pasos son una maravilla,
Y en ti no hay cabida para lágrimas
De miedo, el sudor, ni la apatía,
Respiras tranquilo, eres algo así
Como pura anedralina.

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