La tranquila soledad de la mañana


Ya es que no pretendo ser tu
Sangre o ser tu cuerpo,
Quiero ser un recuerdo tardío
Víctima del desaliento,
Nada más encuentro palabras vacías
Que hablan de sentimientos, de besos
Antes dados y confidencias de arrepentimiento.

Ya no encuentro lugar ni momento
Para este duro encierro,
Mi corazón de desahoga entre cristales
Dormidos golpeados por el viento,
Salta el levante árido que aviva el fuego
Y se derrama la tinta sobre el papel de nuevo.

Duende de la noche, que a mi vuelves
Con desidio incierto, no sé qué es lo que pasa,
No sé si todo eso fuera un sueño, que tristeza
La mía que se fue con el sol cayendo.

Y ahora en la mañana, viene a
Vislumbrar en mi ventana, una clara
Aberración de mis sentidos, un rayo de sol
Vespertino, me levanta, me acaricia,
Abre mis ojos entre las rendijas,
Estiro mis brazos al nuevo día,
Por fin hoy puedo darle la
Bienvenida con una tranquila
Y apacible sonrisa.

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