Ayer/hoy sin nombre


La embriaguez y el desatino mostraron

El camino que nos reservaba el destino;

Sin más interés ni atino,

Descubrí en tu boca el sabor

Del fruto prohibido;

Aquello que le fue negado al hombre,

Ese don divino,

Que de tu boca a la mía

Fue perpetuado en la nocturnidad

De nuestro asilo.


Amor, perdona si te llamo tal,

Pero es que mi corazón vuela a tu son,

Y se niega a poco más porque no encuentra la razón

De esta locura tardía de madrugada,

Copada de luna argentada, que en tus

Ojos, testigos de mi fe, de platino habla

Y no se calla.


Si fue tu boca… sí, tal vez fue;

Si fue tu cuerpo… pudiera;

Si fue el mismo deseo personificado en tu cuello

… si; Debiera ser eso, lo que

Me confundió entre la realidad

Y lo más profundo del sentimiento.


Me equivoqué, lo confieso;

Que siempre debí aguardarte para cuando

Llegaras, que dubitativo, en mi intimidad,

Fraternizando con mis dudas,

Fuiste tú, laureada de sumas,

La que se llevo en la boca el beso

Que tanto preservé de su robo

Dentro de mi alma.


“En la noche, cuando te besé por primera vez, quise pensar que era la última para dártelo todo en un solo beso, darte mi alma en vena, en mi sangre aún te tengo”

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