El cuento


La luna riela esta noche de cuentos

Y hadas en el que la mágica Alhambra

Reina altiva en su cuna de oliva y plata;

Las luces son tenues en el frío

De estaño, como tu mirada felina

Que por días me intimida

Y que con cariño extraño.


Amor, tu tacto me serena,

Escucho tus labios tocándome

Suavemente bajo las sábanas

Avivando la tormenta,

Haciendo que un instante contigo

Valga más que la misma vida

O el lugar de donde hayamos venido;

Eres mi tierra, mi humedad, la semilla

Que en mi se aloja floreciendo,

Germinando, haciendo, sin mirar atrás,

De mi vida un continuo pecado.


He pecado, he pecado,

Por tus pasos más que demasiado,

Anhelo en la madrugada hacerte el amor,

Y es posible que eso vida, me esté matando.


La noche con su puñal de acero

Se cierne sobre mi ventana, desnudo

Con el cielo estrellado como manta;

Para dormir sólo tu calor me falta,

Es usted el motivo de mi insomnio

Lejos de mi casa, te amo.



Amor, la noche hace que sienta de manera distinta, me convierte en una especie de paso fronterizo entre la razón lógica y la magia ilógica de los sentimientos que actúan por puro instinto en el corazón de las personas.

Antes de conocerte, tengo la sensación, de que nunca amé con el alma, tan sólo con el corazón, y lo que me he dado cuenta, es de que te has convertido en parte de mi alma, que has sobrepasado el corazón, llegando a asentarte con paciencia, a pesar de tan poco tiempo, dentro de mi persona como si fuera tu casa, tú mismo cuerpo, incluso convirtiéndome tuyo en totalidad de espacio y tiempo.

Hablar contigo esta noche me ha logrado, me ha copado, me ha transportado más cerca de ti, a sentirte en tu corazón de manera que antes nunca estuve; he entrado de súbito en ti, proclamando cada órgano, cada porción de tu cuerpo como mía, he recorrido las calles de tu mente, observando a transeúntes dementes que en otros momentos recorrieron esas calles como yo hago; ellos quedan estancados en ese momento, en esa calle, en ese lugar de recuerdos… ellos no salen, están estáticos, sin movimiento, sin embargo, ahí me hallo en lo más recóndito de tu pensamiento, sigo andando, me muevo, de tus calles soy el dueño, como el fantasma o el susurro del maleante que se desliza con sigilo por todos los huecos, tu calle es mi casa, y de ahí subo al cielo.

Te amo, cuánto te amaré en el futuro; o quizás te he amado, no estoy seguro; tengo la sensación de haber vivido contigo ya una vida en otro momento, en otros lugares, en otras noches distintas a la de hoy, a esta. Creo, que tras mi muerte, la muerte del hombre y no la del alma, sigo reviviendo una y otra vez, tras cada muerte de mi cuerpo y mi consciencia, sigo reviviendo nuestra historia, como los cuentos que pasan de boca en boca y nunca mueren, mientras haya alguien que las cuente y haya alguien dispuesto/a a escucharla.

Es usted, la razón de mis letras, la esencia, la piel, la sensibilidad que me caracteriza; amor, amor, amor es usted la pura vida, en esta locura mía, en que se torno en mis oídos tu voz; mi fe, mi única patria… Tu Amor!

Comentarios

Entradas populares