La gota que colma

Normalmente cuando uno por las situaciones que se le presentan está más irritable de la cuenta y comenta esos pequeños detalles que normalmente aguanta o calla, está frente a las cuerdas. Primero por el simple hecho de que quiere gozar de exclusividad y atención plena sin interrupciones; y en segundo lugar por esas mismas interrupciones.

Cuando tienes una relación aceptas a la otra persona tal y como es, pero... ¿qué pasa cuando se presenta un contratiempo como este? Lo comentas y metes la pata hasta el cuadril como dice mi señora madre, pero te sientes más liberado; luego te pones en el lugar de la otra persona y piensas en la situación que se le presenta primero por lo que dices y luego por lo que piensa.

Entonces, tras todo esto y haberlo sacado todo te das cuenta realmente de que la verdad está muy repartida; tu quieres esa atención, y tu pareja hace todo lo posible por hablar contigo el mayor tiempo posible, cuando ya ves todo esto tu ego se convierte en un charco que te moja los pies y notas un poco de tristeza.

Ahora que lo pienso, me arrepiento en cierta medida por la presión que a ella le añade y por otra parte, no me arrepiento porque lo he expuesto con sinceridad; el problema llega cuando cada uno tiene razón y como dije antes, la verdad anda repartida. ¿qué hacemos entonces con estas situaciones? La solución es dejar de hablar y volver a hablar cuando, como en este caso, se lleguen a reflexiones y conclusiones que permitan a clarificar un poco todo el enturbiado.

¿Qué nos queda tras la guerra? Silencio (para mí muy incómodo y doloroso)

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