La noche

Oscura y deseosa de nieve
la noche con su frío viene;
el aire muestra su cara más siniestra
entre lágrimas del cielo y su forma
de vaho que entre la luz despierta.

Caminando mientras las calles duermen,
cuando los coches transitan por la carretera
como gotas en un grifo
siendo las calles de Granada un cementerio
tétrico entre edificios ricos.

Mis pasos son el Vals que toca,
la noche está cerrada y
avisan lluvias desde la lejanía,
¿qué ha sido de mí en todo este tiempo?
¿es extraño todo esto?
Perseguir las sombras en la oscuridad
es como escupir al cielo,
siempre salpica tarde o temprano,
muere algo por dentro.

Esta prosa que de mi boca se desglosa
suele ser con el tiempo un divertimento
pero nadie entiende los mensajes, nadie
capta la esencia porque está tan oculta
que sólo la puedes hallar en la inconsciencia.

El amor de una noche está barato hoy,
lo caro son los valores y
para actuar como un hombre
hacen falta cojones;
no busco la aventura, busco la ilusión
de que algo que llegue sea bueno,
duradero y con amor.

El camino avanza y veo luces a lo lejos,
a lo lejos, entre donde estoy y el fin
hay un claro oscuro, denso y llano,
impenetrable a los ojos pero perceptible
desde la distancia. Es el peligro,
lo desconocido y lo abstracto...
lo que se convierte para mi en lo cotidiano.

Llego al fin del trayecto, me comporto
y me quito los zapatos;
el hombre ha muerto y el niño en la cama
queda rezagado; el alba asomará pronto
tras la jornada de trabajo
y una noche, triste, más
en su parada queda apeado.

Viajero de lo nocturno
cazador de sombras,
reflexivo oriundo
de muchas cosas.

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