En la melancolía

Esta noche daría lo que fuera porque estuvieras aquí conmigo; sentados en un banco entre los olivos de este parque; el viento es fresco y trae recuerdos de un tiempo ya pasado. La luna es la única que da luz aquí, suficiente como para alumbrar cada parte de este hermoso y nocturno parque tácito.

Me gustaría enredar en tu mano con mis dedos, mientras hablamos de cualquier tema sin pericia; observarte cuando hablas o como miras, sin apartar los ojos de ti. ¿Alguna vez has disfrutado de la compañía de alguien en silencio sin necesitar nada más que estuviera allí para llenarlo todo? Ese sería el momento en el que yo te sintiera por entera.

Misma mirada, mismo rayo de luz... Entre otras muchas preguntas, ¿a cómo saben tus labios? ¿a qué hueles esta noche? ¿puede sentir alguien desde la distancia la piel al imaginarla, piel con piel, en un roce u abrazo?
Me encantaría besarte bajo este cielo sin estrellas, frente a este mar que ante mí, oscuro y lejano, se abre.

En la melancolía te imagino en tu casa, haciendo las cosas de por la noche, en dirección a la cama para dormir... Y yo escribiendo versos y cartas para ti, mientras en tu realidad es otra cosa distinta.

Anhelo verte, aunque sea de lejos; ansío darte un beso y que tus labios sellados sean lo justo y necesario para darme al corazón un vuelvo para sentirme más vivo aún de lo que estoy a cada día que pasa.

Cómo te ansío... cómo quiero llenarme de ti. En esta noche fresca de las luces de Septiembre, te echo de menos, sin más dilación... Buenas noches reina.

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