La contradicción

Quererte sin quererlo, 
beberme el veneno de tu piel
y no saber detenerlo.

Que tu fuente se derrame
por todo mi cuerpo,
sin saber cómo detenerlo.

Que tus ojos me miren,
me inunden como cataratas
y no saber contenerlo.

Que tu cuerpo, se precipite
sobre el mío,
como dos masas que se precipitan
en el espacio y el tiempo, 
en colisión inminente
porque se atraen desde
lo más interiorizado de sus polos...
y no negarme a ello.

Desear morir, en el estallido
de tus labios rojos,
que suplican guerra y contradicción
con mi cuerpo, mis brazos y mis labios.

Tu desnuda, yo desnudo,
y tus montañas son altas,
y mi mar es profundo
todo esto lejos, muy lejos
de cualquier parte de este mundo.

En la colisión de dos planetas
contradictorios al mismo tiempo. 
Lejanos en el amor, cercanos en el odio,
muertos en su naturaleza.

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