Fuente inagotable


Esta noche como tantas
Pensaré en ti revuelto entre
Mis sábanas;
Viajaré por mundos desconocidos
De sombras y de deambuleantes
Almas blancas.

Adoro tu pelo,
Mi mano se desliza suavemente
Sobre él como si fuera un recuerdo;
Tus ojos están cerrados,
Duermes más allá de lo inmenso
De este espacio vacío que no
Llenan nuestros cuerpos, caídos
En la esponjosa cama
De algodón selecto.

Momentos antes te estaba amando,
A veces fuerte, a veces lento, y no
Importaba que sucumbieran
Tierra y cielo,
Amado tanto amor, que sin ti
Toda la vida estuve huérfano.

En la penumbra se escuchaba tu eco,
Era un suspiro entrecortado,
Hiperventilado y en seco,
Una fragancia de segundos en la
Que convulsionabas primero,
Callabas intensamente y anidabas
En mi pecho luego.

Así toda la noche anduve
Entre tus montañas blancas
Y tu precipicio yerto; y ahora
Suena el río insaciable que
Antes dominaba mi ego,
Ese infarto incesante que
Cabalgaba con tu oleaje
Embistiendo y precipitándose
Al muro que supuso el viento.
¡Cuánto amor profundo pudo
Entrar dentro de ti!, sólo hallo
En la noche confusión e
Invisibilidad febril.

Esta noche fui transeúnte
Perdido de lo prohibido,
Y aún sigo loco y obtuso
Buscando calmar mí sed
En tu fuente salada
De pasión y delirio
En esta estancia.

He perdido la consciencia,
La noción de los minutos y
Su sentido; ahora con la mañana
Llamas a la puerta de ese universo
Que quedó dormido en la luz
De la noche y en el sonido de las
Calles desiertas que conforman
Este solitario momento contigo.

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