De esas noches

Puedo ser el más sincero esta noche y hablarte sin tapujos de todo lo que siento o pienso, de todo lo que no se esconde. Tengo una losa en el pecho que pesa de una manera inhumana y es la lejanía que vivimos, que duele paulatinamente, como una dolorosa espina que te atraviesa por dentro y dormita supurando de vez en cuando.

Hoy es una de esas noches donde mi cara es un baño de lágrimas que anhela tus manos secas desdibujándolas en el contorno de mis pómulos; hoy es un día donde por teléfono yo escucho tu voz que me extraña y tu cuerpo que añora el calor de mis manos latinas.

Amor, quisiera correr de seguido tres años de mi vida si ello me conllevara a poder ya estar contigo con una vida hecha, un sitio común, con un común de vida; te amo, más manos cuando hablo de estas cosas se despistan por van a contar como caen las gotas sobre la camiseta blanca lisa.


Es fácil decir que uno es o no es una u otra cosa, pero yo no voy a negar que últimamente siento más por ti, contigo y sin ti; he vuelto a sentir celos de otros hombres por una mujer que comparte conmigo el amor, he vuelto a querer a alguien, a tener paciencia y a necesitar sentir el apoyo; estoy preocupado por el futuro porque es el gran fallo de mi vida, querer planificar todo consiguiendo objetivos pero aún no sé cuál es el sabor de la victoria que se nos presenta.


Contigo estoy aprendiendo y sintiendo otras tantas, otras que tu sabes y a nadie le importa; en mi no se merma la confianza, más se merma la paciencia de que el tiempo sea tan lento y no le demos caza tan rápido como yo pretendo.


Sin ti he aprendido a que no sé vivir, que eres una forma de vida, prolongación innata de mi humana naturaleza y que simplemente nací para escribir cosas que hablen sobre el amor y sobre ti; sin ti aprendí a que la soledad cuando uno no la procura es un amargo sufrimiento que me aleja de la lógica, de la alegría o de tu boca.


A mí me la trae al pairo todo, porque tengo la certeza de que pronto nos volveremos a ver, nos volveremos a besar y a disfrutar en nuestra juventud más lozana y bella; pero duele, tan sólo imaginar una separación de nuevo, que mi corazón soporta la distancia pero va quedando hueco, haciendo incluso en un susurro, un ruido sordo de eco; te quiero, te quiero, verde y sol por las mañanas de rocío en sábanas de terciopelo.


Duele, separarse de ti, no estar en tu necesidad, la impotencia de no controlar la ausencia; delito debería de ser en el futuro que un amor como el que nos tenemos no llegue a buen puerto y se pierda el rumbo.


Natalia, a nadie le importa esta declaración de amor; todos podrán verla, todos podrán leerla e intentar entender que son cosas bonitas que uno le dice a su mujer; pero quien no haya amado verdaderamente nunca podrá saber y comprender estas palabras, quien no haya estado en nuestra situación no podrá nunca llegar a la idea del dolor que supone no tenerte cerca, nadie podrá imaginar las lágrimas que se derraman, las palabras que caen sobre folios muertas, los sueños, las anécdotas; nadie podrá ser tu y yo para recordar esto.


Lo fácil, lo que sería más fácil y no así más correcto para ambos, y lo que egoístamente se desearía sería poder gozar de ti en Cádiz, poder coger el coche cada día, el teléfono, y disfrutarte en la cotidianeidad; salir contigo cada fin de semana, poder ver en el sofá películas, ir a la biblioteca estudiar, ir al gimnasio; compartir momentos con nuestro grupo de amigos, poder estar en las casas cualquier domingo a la merienda comentando una chorrada, una risa, se escuchan niños en la calle, tu y yo dando un paseo por la playa…


Qué fácil es ser egoísta pero que poco consecuente y realista; pero que bien sienta al menos pensar todo eso cuando veo que me necesitas y que todo pudiera ser así, aunque en esta noche, todo eso sea un sueño y sea en realidad una mentira; hay que afrontar lo que hay, y poco a poco será “lo que nosotros queramos” cuando vayamos acotando el espacio, cuando vayamos cerrando el círculo a un mismo punto, en el que los dos seamos el núcleo.


Nunca te fallaré, siempre estaré contigo, más allá de la vida o la muerta, mis palabras, mi mente y mi corazón dormirán contigo: nunca. Óyeme bien, nunca, por el jamás de los jamases, tu papasote te abandonará como perro callejero por las calles.


Mendigo de amor, mendigo de tus besos, cada día al despertar eres mi ilusión y estoy loco por tus huesos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Dices:

"Nunca te fallaré, siempre estaré contigo, más allá de la vida o la muerta, mis palabras, mi mente y mi corazón dormirán contigo: nunca. Óyeme bien, nunca, por el jamás de los jamases, tu papasote te abandonará como perro callejero por las calles."

Nunca digas "nunca te fallaré", nunca digas "jamás te dejaré", nunca digas "siempre estaré contigo".

Aprende otra manera de amar, en el presente más absoluto, sin promesas. Que sólo haya una garantía: "no sé si mañana estaremos juntos, pero si te llamo, que sepas que es porque en esos momentos deseo estar contigo".

A lo mejor te sorprende descubrir que llevas veinte años con la misma persona prometiéndole cada día sólo los próximos minutos.

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