Lluvia


En días como el de hoy, son días en los que me gustaría que nuestra cama fuera el único territorio explorado; en días de lluvia y no hacer nada, días con falta de ganas en los que más apetece es estar viendo pelis, hablando o sencillamente estar tirado junto a ti mirando a ninguna parte, en ese instante en que lo eres todo.

Ahora, que mi corazón se para y se rebota porque la impotencia me acongoja por el simple hecho de que no pueda ser lo que queremos; al menos siempre me queda el consuelo de que estamos intentando por todos los medios de que dentro de poco todo esto se cumpla y la distancia sólo sea un mal sueño ya pasado.

Amor, me encantaría en un día como hoy ir al cine a ver cualquier película de terror en la que un susto sirviera de excusa para que te acurrucaras en mí buscando de alguna forma sentirte protegida; amor, me encantaría pasear bajo la lluvia y no parar de besarte, que la madrugada nos acogiera como a dos extraños buscando hospedaje; me encantaría que en ese mismo instante el paraguas se cayera al suelo a causa de un abrazo prematura que trajera un dulce beso.

Que la lluvia apretara, que nos hiciera correr sin pausa y tener que adueñarnos de la primera casapuerta para hacer tiempo hasta que escampara, para luego llegar a casa y dar rienda suelta a nuestra imaginación.

Qué fácil es soñar, que fácil es desear pero qué difícil es hacer y comprender; amor, me muero de ganas por dejar de planificar el futuro, me muero de ganas por cambiar muchas cosas, me muero de ganas por saber disfrutar y vivir el presente sin preocupación del futuro.

En estos días, en los que la lluvia me habla de ti, de otro lugar y de otra vida, son los días en los que me asalta la melancolía y en los que estaría dispuesto a darlo todo cuando se trata de ti. Amarte, si es que alguna vez fue pecado, se convirtió en mi dulce condena.

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