Ansiedad y aguantar

Una daga parte ahora mismo mi interior dividiendo mi pecho en dos orillas, dónde es sacado mi corazón, su más valioso tesoro y fuera quemado desde abajo con una cerilla. Luego tengo la sensación de como me clavan una aguja, la ensartan como en la costura, de una orilla a otra de mi pecho, haciendo que el hilo acerque a las dos mitades dolorosamente.

De súbito, esas dos orillas caen y es así como la presión de 800m bajo el nivel del mar aplastan al corazón chamuscado, la herida abierta, y el pecho oxidado.

Dormido, con los ojos abiertos, enmudecido pero dolorido; un lobo aulle dentro de mí, un grito ahogado, que muere antes de nacer y que cíclico, se convierte en un círculo vicioso que se perpetua eternamente prolongando esa sensación. Duele la presión, el nerviosismo, el salvajismo, el compromiso de la palabra; como duele callar, cuando estás deseando gritar.

Soy la fosa séptica donde se vierten todos los desechos, aquel sitio a donde va toda la basura; hoy soy yo, aquel que come mierda y traga para que todo esté bien. Hasta aquí, en mi intimidad, en mis hojas, callo los lamentos que aguanto, la desilusión, nadie se da cuenta cuando algo empieza a morir en ti, porque ves que todo lo que das es insuficiente, porque ves que por más que das ya no hay más que te pueden ofrecer. De ilusiones también se vive... de esperanzas que se van volando de un plumazo cuando te das de bruces con la realidad.

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