Tan honrado placer

Desde hace un tiempo, no volvía a escribir por estos derroteros, pero tan honrado placer se ha hecho efectivo de nuevo ante un inusual hecho, el retroceso.

Durante la tarde, viendo el último partido del Cádiz comenzaron a brotar en mi mente muchísimas preguntas, incluso en algún momento quedé absorto en dichos pensamientos totalmente ausente de la realidad en la que estaba momentáneamente. No paran de brotar de mi mente intenciones sin precedente y sensaciones ambiguas.

Paso la tarde, y las preguntas cada vez eran más frecuentes en mi cabeza, más consistentes en mi corazón pero aún más debilitaban mi fortaleza. Debía asumir en ese momento el miedo, de desequilibrar el equilibrio que tan dificultosamente estoy forjando de nuevo, por la parte que me trae me siento tan insulso ante determinados acontecimientos que el pragmatismo que las engloba puede llegar a ser ruinoso.

¿Qué esperaba? La verdad que no tengo ni idea de lo que esperaba; ¿es esto una señal, así tal cual? y en caso de que lo sea ¿Qué tipo de señal, qué procedencia, acaso debería tomármela con autodenominación?

Siempre creo que toda secuenciación lleva su orden, su objetivo u meta, pero en mí  a estas horas sólo me supone la constatación de un hecho; las ganas de huir y continuar apostando por mi juego, no perder la fe en uno mismo, ser a sí mis fiel, es apostar a caballo ganador siempre que se hagan las cosas bien, pero nunca siendo otro que no se es, ni pretendiendo ser quien no se debe. Uno debe de jugar al juego que sabe, no dejarse arrollar por el flujo de un torrente huracanado.

Aún así, la vida está difícil, las ganas de escribir se alimentan de la indignación  una y otra vez; es una lástima y una obstinación que haya a donde se mire o se pretenda sólo se enfrenta ante la desesperación, la tristeza y la pérdida total de recuperación.

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