La cruda realidad

De nuevo me encuentro a solas con mi teclado; el ruido del ventilador de este HP hace más ruido que un bloque de vecinos de la viña en pleno carnaval; aún así puedo llegar a concentrarme para poner estás letras aquí sobre la hoja blanca virtual que luce.

Vivo, tal cual como otros, la triste realidad de vivir con los ojos cerrados; esperando y esperando las oportunidades de futuro que no se dan, las entrevistas de trabajo que no llegan y la soledad que arrecia tan adentro que en algunos momentos da miedo de cuán arraigada está. 

¡Qué pena! Querido y querida lector, lectora, no os hacéis una idea de lo difícil que es encarar esta situación; el remedio que dan los más aguerridos es el siguiente: imagínate los padres de familia que están en peor situación que tú... y yo me los imagino y aún más se llena mi interior de penuria.

Entre todas las opciones que se me ocurren, que no son pocas ya que me paso todo el día pensando en ellas, veo que por más que queramos hemos vivido la oportunidad de estudiar (me refiero a los pobres económicamente como yo que hemos terminado nuestros estudios) y de hacernos personas de futuro, pero la única diferencia que existe ahora mismo entre el que quiso estudiar y no, es que el que ha estudiado es más consciente de su desdicha y se siente más frustrado.

En múltiples ocasiones, he llegado a ver, leer, presenciar como el mercado laboral premia al que decidió ser mano de obra (con todos mis respetos desde aquí, ya que yo he sido, soy y seré mano de obra); hay un sobre stock de gente universitaria que no tiene cabida aquí y al cual se le limita en todas sus potencialidades: no hay oposiciones, gente pendientes de un enchufe, cerrando empresas, etc.

¿Cuándo dejaremos de mirar por el dinero y empezar a mirar por las personas? No puedo tener fe estos días en cualquier promesa política, porque son eso, promesas. No hay nadie que quiera cambiar esta realidad actual. ¿entonces qué hacemos? ¿nos marchamos? ¿salimos a por trabajo y ya sólo volvemos en vacaciones?

Me siento humillado y maltratado desde lo más intrínseco en mi dignidad humana; degradado a carne de ganado me están obligando a irme de mi sitio, Puerto Real; Puerto Real no será gran cosa, pero es dónde me he hecho hombre, es más me alegro incluso de que sea un sitio tranquilo, de una belleza inconmensurable, con sus parajes naturales, un pueblito de pequeñas cosas, de pequeños detalles que hace que la vida sea distinta a los demás sitios; porque Cádiz en si, pero sobre todo para mí, mi bahía de Cádiz (la cual veo desde mi ventana) es la cuna en la que yo nací, y no me quiero ir... pero las circunstancias me están obligando a ello.

He mirado para hacer las oposiciones y es un desfase 150 euros por mes... multiplica por 9 y luego pagar la oposición... y eso si es que salen porque esto de que salgan es menos seguro que tender en el tendido eléctrico. Luego que si hacer esto, que si hacer lo otro... y luego con qué vives el resto del año. Para gente en mi situación que no le dan ni el plan prepara... Sólo trabajar en verano

Es triste pero cierto, y estoy viviendo con los ojitos cerrados, como si estuviera viviendo una auténtica pesadilla, una vida en pause, admirando como todo va transcurriendo y yo apostado en el mismo sitio... ¿no da pena? Muchísima, y peor es sentirte muerto por dentro, sin horizonte y abandonado a tu suerte.

Menos mal que tengo una familia maravillosa, pero si estuviera literalmente solo en este mundo... no sé yo que sería de mí. No sólo las personas maltratadas, con necesidades especiales, etc están en riesgo u exclusión social... también nosotros, los que hemos estudiado, no tenemos trabajo y nos están quemando antes incluso de que empiecen a quemarnos trabajando.

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